lunes, 11 de abril de 2011

La religión en el Quijote


El Estudio Teológico de San Ildefonso, del Seminario Conciliar de Toledo, editó, en 1989, el libro de don Salvador Muñoz Iglesias Lo religioso en el Quijote . . Ofrecemos aquí un extracto del último capítulo del libro, Juicio global sobre la religiosidad de El Quijote: Considero un deber de justicia, y una obligada contribución al esclarecimiento del contenido religioso de El Quijote, reivindicar la identificación sustancial de su autor con las afirmaciones abiertamente católicas que en él se hacen. Conocidas son las abundantes profesiones de fe y religiosidad que Cervantes coloca en labios de los personajes de El Quijote, como hace en el resto de sus obras con frecuencia. Sancho dice creer «firme y verdaderamente en Dios y en todo aquello que tiene y cree la santa Iglesia católica romana» (II) . Y en el mismo capítulo, don Quijote le dice a Sancho: «Nuestras obras no han de salir del límite que nos tiene puesto la religión cristiana que profesamos» . Tras la aventura del cuerpo muerto, en la que don Quijote hirió a un clérigo, protesta el hidalgo: «Yo no pensé que ofendía a sacerdotes ni a cosas de la Iglesia, a quien respeto y adoro como católico y fiel cristiano que soy» . En su discurso a los del pueblo del rebuzno, don Quijote afirma que, de las «cuatro cosas» por las que se «han de tomar las armas y desenvainar las espadas y poner a riesgo sus personas, vidas y haciendas, la primera (es) por defender la fe católica» . Y más adelante, para disuadirles de pelearse entre sí, añade: «…cuanto más que el tomar venganza injusta (que justa no puede haber alguna que lo sea) va derechamente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos bien a nuestros enemigos, y que amemos a los que nos aborrecen; mandamiento que, aunque parece algo dificultosos de cumplir, no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo, y más de carne que de espíritu; porque Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que nunca mintió, ni pudo ni puede mentir, siendo legislador nuestro dijo que su yugo era suave y su carga liviana; y así no nos había de mandar cosa que fuese imposible de cumplirla. Así que, mis señores, vuesas mercedes están obligadas por leyes divinas y humanas a sosegarse» . A la misma santa ley que profesamos se refiere Basilio cuando dice a Quiteria: «Bien sabes, desconocida Quiteria, que conforme a la santa ley que profesamos, que, viviendo yo, tú no puedes tomar esposo». Consideración aparte merecen las continuas protestas de cristiano viejo que hace de sí Sancho

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