SANTA CECILIA, VIRGEN Y MÁRTIR
Día 22 de noviembre
Fue Cecilia una ilustre doncella romana, que desde luego escogió por herencia suya a Jesucristo, consagrándole su virginidad. En medio de eso, sus padres la desposaron con un caballero joven, llamado Valeriano, y se comenzaron á dar disposiciones para la boda, siendo todo fiestas, diversiones, música y saraos, mientras aquéllas se concluían. Sólo el corazón de Cecilia estaba cubierto de tristeza y de dolor. Al mismo tiempo que en la gala exterior brillaba el oro y la más preciosa pedrería, traía á raíz de sus delicadas carnes un áspero cilicio, y pasaba la noche en fervorosa oración para alcanzar del Señor que desvaneciese aquel tratado, ó, en caso de efectuarse, la amparase con extraordinaria protección para conservar intacta su virginal integridad. Cuando oía los instrumentos músicos que resonaban en casa de sus padres, elevando su espíritu á su Celestial Esposo, le decía: Una gracia os pido, dulcísimo Jesús mío, y es que ni mi corazón ni mi cuerpo pierdan jamás ni una mínima parte de su entereza; no sea frustrada yo de este favor que espero de vuestra omnipotencia. Llegó, en fin, el día de la boda; pero aquel Dios, en quien había puesto toda su confianza, fue guarda fiel de su virginal pureza, y ella con sus palabras persuadió a su esposo de dejarla voluntariamente virgen.
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